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De izq. a dcha.: Juan Manuel Sánchez sentado sobre
la mesa, Pedro Olivera, José Andrés Rojo (de pie), Blanca Suñán, Alfonso Armada (sentado con el puño en
alto), Javier Vallejo (apuntando a la estrella), Juan Antonio Vizcaíno, y Ernesto Caballero, sentado en el
suelo.
De izq. a dcha.: Javier Vallejo, Rosa Savoini, Blanca
Suñán y Juan Antonio Vizcaíno, ante el stand de Teatra, el día de la inauguración de ARCO 87.
Alfonso Armada muestra el interior de la revista por su
artículo La Razón emocionante, en el stand rojo de Teatra.
Stand de Teatra en ARCO 87, reproduciendo la portada del
número 6 de la revista, dedicado al realismo socialista, o al compromiso político en el teatro. Sobre la
mesa: dos montones de revistas recién llegadas de la Imprenta, y una botella de vodka con vasitos para
celebrar la salida del nuevo número -el sexto- de Teatra.
José Andrés Rojo, Ernesto Caballero y Javier Vallejo en
el stand de Teatra.
Detalle de la mesa del stand de Teatra en ARCO 87.
Revistas y vodka para regar el bautizo del número 6 de la revista.
La musa de Teatra -Concha Cortés- con el número seis de
Teatra ante la fachada del Teatro Español de Madrid.
Tarjeta de presentación de Teatra 6
En 1987 Teatra decidió sumarse al 70 aniversario de la revolución soviética. Tras los primeros años de pasión postmoderna, Teatra llegaba a su sexta entrega, y comenzó a inquietarse por la naturaleza social del teatro. En los largos procesos de reuniones -cada lunes del año- el perfil del compromiso político del artista comenzó a relucir sobre la testa de Teatra, que intentaba reflexionar sobre la parte más amarga y más injusta de la vida en sociedad.
De algún prematuro viaje a la U.R.R.S. debió traer Tin-Tín de Vigo una preciosa colección de sellos soviéticos; o quizás flaqueé mi memoria y fuese otra persona quien la puso sobre la mesa de Teatra. Lo cierto es que aquellos sellos, ampliados hasta los 32 centímetros de alto (gracias al nuevo formato de Teatra), se convertían en carteles revolucionarios, filtrados por la retórica constructivista rusa.
Que la portada del número fuese finalmente un homenaje a la bandera de la China de Mao-Tse-Tung, era una de esas licencias frívolas que Teatra seguía permitiéndose. Aunque estéticamente no hubiese diferencia alguna entre ambas tendencias, y se mostrasen absolutamente complementarias.
El stand de Teatra en ARCO, todo rojo y amarillo, se veía desde cualquier parte de la feria. Lo que en principio podría parecer una provocación neocomunista a la alta burguesía que circulaba y negociaba por ARCO, se convirtió en una especie de ingenioso hallazgo visual, de gran carga expresiva en una feria de arte contemporáneo. Faltaba aún casi un año para que una campaña radical de Absolut Vodka resucitara la estética soviética para los escaparates, el comercio y la alta costura. Teatra se adelantó en ARCO 87 a la tendencia que habría de llegar.
El día de la inauguración de ARCO 87 se reunió toda la redacción de Teatra en el stand encarnado de la revista. Brindaron con vodka (no podía ser otra bebida), se retrataron junto con sus invitados, y regresaron a sus casas con la sensación de haber plantado una estrella en ARCO.