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De izq. a dcha.: Pedro G. de las Heras, Javier Vallejo, y la actriz y musa de Teatra, Concha Cortés, en el stand de Teatra 2, en ARCO 84.

De izq. a dcha.: Pedro G. de las Heras, Javier Vallejo y Concha Cortés en el stand de Teatra 2 en ARCO 84.

Stand de Teatra 2 en ARCO 84. Pedro y Concha atienden a los primeros visitantes de la Feria.

Juan Antonio Vizcaíno y Juan Manuel Sánchez en el stand de Teatra 2 en ARCO 84. El papel pintado del fondo del stand coincidía con una de las propuestas de portada de la revista.

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Tarjeta de presentación de Teatra 2
Diseño y realización: Alfonso Berridi

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Interior de la tarjeta de presentación de Teatra 2
Diseño y realización: Alfonso Berridi

Por el ARCO de La Movida

Juan Antonio Vizcaíno

Que Teatra presentara su segundo número en la Feria de arte contemporáneo, ARCO 84, fue toda una consagración para una revista recién nacida. La única representación de la palabra teatro en la feria del Arte, fue la revista de unos estudiantes de la escuela de arte dramático.

ARCO no sólo era una feria de vanguardia en los comienzos de la democracia, sino la plaza mayor de La movida madrileña. Gordillo, Pérez Villalta, Martín Begué, Miquel Barceló, Ceesepe, Ouka Lele, Ana Juan, las Costusé, militaban en ella. La Movida fluía entre la Cafetería de ARCO, el bar Cock (trasera de Chicote, con entrada por la calle de la Reina); y el Rock-Ola, en Avenida de América.

Formar parte de la volcánica Movida era una nueva forma de militancia, como lo había sido unos años antes la progresía. Dos bandos, había dos bandos, (como dirían en "Bodas de sangre"): los modernos, y los que no lo eran. Por la cuenta que traía: "Había que ser moderno sin interrupción", de noche y día.

Que Teatra no sólo se presentara, sino que además fuera revista expositora en ARCO 84, confirmó doblemente las coordenadas de identidad de la revista: Teatro del Arte, y militancia en la vanguardia artística.

El número 2 de Teatra fue más ortogonal que el del borreguito. La serialización de imágenes y un incremento notable de iconos pop, vinieron a sumarse a la desenfadada frescura original de Teatra. Se experimentó mucho en este número con las posibilidades gráficas de la fotocopia.

Los sellos del rey para la portada fueron los más baratos que se encontraron; de diez céntimos y en color naranja. A parte de su economía, no hubo razón alguna para elegirlos; es más, no molestaron los sellos del Rey a Teatra; los asumieron estéticamente, como una secuencia repetida de imágenes de Warhol.

Lo cual no quitó para que el director de la revista no le entregara -en mano- una a la Reina de España, cuando acudió con todo su séquito a inaugurar (vestida de rojo, igual que Juana de Aizpuru, fundadora y directora -entonces- de la Feria; todo un problema de protocolo), aquel esperanzador ARCO de 1984.

Con eventos artísticos de esta categoría, Madrid empezaba a estar en el mapa del arte. Y una humilde revista de fotocopias, realizada por curtidos estudiantes de arte dramático, se convertía en la primera revista de teatro que participaba en una Feria Internacional de Arte Contemporáneo.

Las diferentes ediciones de ARCO en las que Teatra participó como revista expositora con stand propio, siempre fueron una gran escuela de cosmopolitismo para sus miembros, quienes aprendieron a mirar al teatro español con ojos de arte nuevo, sujeto a grandes designios.

TEATRA


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Eduardo Armada