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Como una gran caja de zapatos construida con pladur, son los stands para revistas en una Feria de Arte contemporáneo. El de Teatra en ARCO 85 estaba ubicado en una esquina de la planta baja del Palacio de Cristal de la Casa de Campo. La pared frontal del cubículo reproducía a escala la portada del número blanco de la revista, el cuarto Teatra.

Alfonso Armada reconcilia a la moscarda de la Teatra que se quedó en blanco, con el borreguito del Norit, icono primogénito de la revista.

Stands en batería de revistas de arte en Arco 85. En el centro, Teatra, ubicada frente a un área de descanso, lo que favoreció el incremento de ventas y visitantes. Además de los números anteriores, se vendían unas tarjetas teatrarias, animadas por Alfonso Berridi.

Las tres Gracias de Teatra posan con moscas teatriles sobre sus orejas. De dcha. a izq.: Susana Hernández, Lola Gil, y Cecilia (cantante de La década prodigiosa).

Alfonso Armada con el loro de Moriarty, en el stand de Teatra.

Sofía Aleksándrovna -Sonia- (Lola Gil), Tío Vania (Pietro Olivera) y Helena Andréievna (Susana Hernández), reciben en el stand de Teatra 4 la visita de Bob Wilson, quien fiscaliza desde lo alto, embutido en su sempiterno traje negro.

La actriz Lola Gil observa con desconfianza a las agitadas Maripuris, dentro de su columna junto a una pared cuajada de moscardas impertérritas. Además, tenían voz de hombre.

Los niños de ARCO 85 se quedaron prendados y enganchados a la columna parlante de Berridi, era lo que más les interesaba de todo aquel ARCO tan contemporáneo.

La diminuta hada Campanilla de Teatra se llamaba Maripuri. Todo un emblema de modernidad en sujetador y bragas, meciéndose como un mascarón de proa sobre las procelosas aguas de ARCO 85, desde el stand “chiquito pero matón” de Teatra. El mago que le permitió volar dentro de su artefacto, y parlotear musitando: “¡Quiero salir!”, fue el juguetero y escultor Alfonso Berridi.

Al cerrarse la feria cada tarde, la soledad del expositor de revistas queda expuesta, mientras recoge su mostrador hasta la mañana siguiente. J. A. Vizcaíno y la actriz Lola Gil en el bakelito moruno lleno de moscardas, en que convirtió Teatra su stand en ARCO 85.

Entre Beckett y Zurbarán, sola se queda Teatra en la madrugada de la feria, cuando todos se han marchado. ¡Si no hubiera sido por su moscarda dorada, que tanto la acompañara durante aquel ARCO 85!

tarjetón

Tarjeta de presentación de Teatra 4
Diseño y realización: Alfonso Berridi

Teatra quiere salir en ARCO

Juan Antonio Vizcaíno

Entre Beckett y Zurbarán fue el emblema verbal que eligió Teatra, para aquel número blanco, el cuarto, que también se presentó en ARCO 85. Los colegas de la -en tantos sentidos- vecina revista, La Luna de Madrid, se valieron del titular, Un torrente de semen creativo, para definir aquel parto lechoso y masculino de Teatra.

Lo cierto es que en ARCO 85 puede decirse que Teatra llamó la atención. En la pared del fondo de su stand se había reproducido la tipografía de la portada de la revista, con una moscarda negra de plástico, en lugar de la primera A de Teatra. Aunque las letras fueron dibujadas a escala, recortadas en chapona con sierra de marquetería, y finalmente pintadas de negro; la moscarda hubo que sustituirla por un cenicero de cobre con forma de polilla, que gentilmente cedió a Teatra la madre de Anne Serrano, mientras duró la feria.

Sobre las paredes enteladas laterales se adherieron numerosas moscardas de plástico, lo que le daba al receptáculo ferial un cierto aire de bakelito de Tánger, cuajado de moscas entre piezas colgantes de carne. En los urinarios masculinos de la feria, la redacción de Teatra depositaba furtivamente, a diario, moscardas negras con alas de poliuretano, para que todos mearan sobre ellas, sin que nadie se atreviese a cogerlas.

Aunque hay que reconocer que La columna de las Maripuris, que Alfonso Berridi elaboró expresamente para el stand de Teatra 4, marcó un hito en aquel ARCO 85; al menos en un cierto sector del público. Un artefacto tan sencillo, ingenioso y divertido, no podía dejar de llamar la atención, a pesar de su realización tan pobre.

En el interior de un tubo transparente, erguido en un macetero metálico, pendían colgadas de hilos, las siluetas de unas muñequitas de papel recortables, que se agitaban como cometas dislocadas ante el golpe de aire, que lanzaba un ventilador situado en la base del aparato. Sobre la rejilla circular del suelo, se habían depositado numerosas fotocopias de moscardas, recortadas a su tamaño, para que con el aire revolotearan alrededor de las Mari Puris agobiadas.

Berridi en la Columna de las Mari Puris puso el alma. Se comportaba con su obra como un director de orquesta. El complemento final que le faltaba a su artefacto, era dotar de voz a las desesperadas muñecas-fotocopia, que querían abandonar aquel tubo donde todo era viento. Por eso debían gritar:

- Quiero saliiiiiiiiiiiirrrrrrrrrrr, quiero saliiiiiiiiiiiiiiiiiirrrrrrrr, quiero salir...

Con una pequeña grabadora de reportero, toda la redacción varonil de Teatra comenzó a impostar sus voces hasta el falsete, gimiendo y gritando sotovoce el susodicho lema. Berridi, que para dar cierto colchón sonora a la grabación, había encendido una maquinilla de afeitar, comenzó a exigir improvisación a su coro de sátiros teatrarios, que siseaban su vuelo colectivo de moscardas, hasta que la catarsis del falsete comenzó a dar sus propios frutos solistas:

- Sí, siiiiiiiii, siiiiiiiii, quiero salir de aquí;
- Sí, quiero salir, salir, salir; sacadme de aquí.
- ¡Quie-ro-sa-lir; quie-ro-sa-lir
- ¡Quiero salir, quiero salir, por fin...

Si la redacción disfrutó como una enana grabando la voz de las Mari Puris dentro de aquella buhardilla del Madrid de los Austrias, (tan cercana al viejo Viaducto de Rafael Cansinos Assens, -maestro de Borges- y a toda la carga literaria de El Movimiento V. P. y los poetas ultraístas); los niños de ARCO 85 se quedaron prendados y enganchados a la columna parlante de Berridi: era lo que más les interesaba de toda la feria.

Se arrodillaban en la moqueta, delante de aquella columna viviente que gritaba por lo bajini, y se quedaban embelesados, viendo a las Mari Puris de papel, volar y gritar como brujas de Goya, dentro de un tubo de plástico. Les relajaba oírlas chillar y quejarse, agitadas por el viento, rodeadas de moscas, y dando bandazos.

Cada cierto tiempo había que apagar el ventilador, para que no se quemara el motorcillo, y pudiese aguantar los seis días de la Feria. Algunos niños protestaban enérgicos; otros se sentaban a esperar. Pasados unos pocos minutos, se acercaban a la mesa, y pedían con voz lastimera:

- ¡No podéis volver a enchufarlas un ratito?

Reseña de Prensa



Un torrente de semen creativo

Carlos Sánchez - La luna de Madrid
Marzo, 1985

Nunca con tan pocas palabras, se ha sugerido tanto (es un decir). Un torrente de semen creativo corre por las páginas del número 4 de la revista "TEATRA".

Juan Antonio Vizcaíno, Javier Vallejo, Juan Manuel Sánchez, José Andrés Rojo, Pietro Olivera, Ernesto Caballero y Alfonso Armada nos ofrecen un original producto "hecho a mano" con un cuidadoso acabado.

El número 4 supera ampliamente en diseño a los anteriores y su contenido es limpio y diáfano.

¿Hasta dónde se puede llegar con una publicación de teatro, considerando que el teatro es para muchos, una de las artes más retrógradas y "coñazo"? A pesar de estas consideraciones "TEATRA" ha conseguido con el número 4 una de las revistas más originales que se publican en Madrid actualmente.

¿Cómo han podido sacar un número como el que comentamos, que en un principio pareciera destinado a unos lectores acostumbrados a una lectura explícita de los contenidos y con una visión reducida del diseño, la originalidad y el sentido del humor? Pienso, entre otras razones: porque no están apoyados ni subvencionados por nadie, porque su tirada no llega a los doscientos ejemplares, porque se lo han pasado de puta madre haciéndolo, porque tienen sentido del humor crítico, porque hay una minoría que quiere y necesita un cambio radical del teatro y porque sí.

El número 4 de TEATRA toca los grandes y trascendentales temas teatrales del momento, y ofrece varios niveles de lectura al vidente que la mira.

La observación y análisis de los detalles, texturas, materiales y su disposición es fundamental para su profunda o superficial comprensión.

TEATRA


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Eduardo Armada